Esto es así. Tenemos que leer para que otros lo hagan por simple imitación. Poner libros al alcance de sus manos. Un niño tiene que ver cómo sus padres y las personas que admira, leen. Es allí, en el regazo de los adultos donde aún siendo bebé puede comenzar a amar la lectura. No sabe leer, pero le gusta que le lean. No le vamos a enseñar, vamos a trasmitirle el placer por la lectura, algo fundamental para toda su vida. El interés debe ser fomentado de una manera sencilla, espontánea y duradera. Como una forma más de diversión y nunca como una obligación.
- Cuando leemos un cuento a un niño, tenemos que tomarnos el tiempo necesario.
- Sentarnos juntos, porque lectura y ternura van unidas.
- Cuando nos lo pida, no lo hagamos esperar.
- No impongamos una lectura si no le gusta.
- No cambiemos las frases de un cuento ya leído. Les encanta escuchar exactamente la misma historia, eso es lo que necesitan para aprender.
- Durante la lectura, no borremos las palabras que nos parezcan difíciles. Estas le permitirán ampliar su vocabulario, y además las palabras misteriosas alimentarán su imaginación.
- No es necesario explicar las imágenes. Demos tiempo para descubrir.
- Los libros se pueden manipular. Si se dañan, se arreglan y si se ensucian son muestras de amor, dejemos tocar los libros y enseñemos a cuidarlos.
- Juguemos con nuestra voz y transmitamos emociones.
- Aunque sepamos todos los beneficios de poner al niño en contacto con los libros desde la primera infancia, intentemos vivir la lectura como un placer compartido.
Solo es preciso tomarse un tiempo, disfrutar de estar juntos, de hablar, abrazarse o de aplaudir con cada sorpresa. Este es un intercambio totalmente gratuito e infinitamente precioso. Muchas veces no es el libro lo que los niños quieren repetir sino la experiencia. Un libro siempre es una excusa para compartir.
«Mantengan los niños al alcance de los libros».