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Había una vez…

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“Félix ve la tapa del libro que hoy eligió la maestra y dice que su papá se lo lee todas las noches.  Pero resulta que el relato que escucha no coincide con ese que él conoce. A cada vuelta de página interrumpe a la señorita y le porfía: no, no, así no es. Nadie en la clase entiende qué pasa. Te estarás confundiendo de libro, arriesga la maestra. No, es el mismo, mi-papá-me-lo-lee-todas-las-noches.

Félix ignora que su padre es analfabeto. Que inventó una versión propia del cuento de acuerdo a las imágenes y se la repite siempre de memoria. Lee, sí lee. Adivina entre líneas la vida que sueña para su hijo, que incluye parte de lo que él no pudo tener”.

Lo insólito de esta historia real es que, un no-lector despierta en otro el deseo de leer. Si es posible despegar desde ahí, siempre podemos invitar a otro. Hacerlo desde los primeros años ayuda al desarrollo cognitivo, lingüístico y creativo de niñas y niños. Los más pequeños copian actitudes y miran los hábitos de sus padres, por eso el leer y el ver leer, crea en ellos la necesidad y los impulsa a la acción.

El camino hacia la lectura empieza en casa. Hoy en día la extensa agenda laboral y la falta de tiempo de muchos padres, hace que la lectura pase a un segundo plano y se deja de lado la importancia que esta actividad tiene para sus hijos e incluso para su vida misma.

No hay una fórmula universal para acercar a los niños y las niñas el hábito de la lectura, para convencerlos y convencerlas de que es posible emprender una aventura con sólo pasar las páginas de un libro. Sin embargo, existe la experiencia compartida de quienes a diario pensamos en ellos a la hora de hacer nuestro trabajo, y la transformamos en texto, para que circule de mano en mano.

Para contar y leer cuentos siempre se puede recurrir a las historias tradicionales, o bien optar por inventar historias como el papá de Félix,  acompañar los dibujos de un libro con personajes que cuenten sus aventuras y nos lleven a revivir ese relato al escucharlo. También podemos elegir libros con otro tipo de contenidos como: canciones, adivinanzas o juegos infantiles que permitan entretener a todos juntos, al menos un ratito al día.

No se trata de leer por leer, hay que buscar historias y/o contenidos que les interesen a los más chicos para que puedan disfrutarlas y así acompañar el camino que más tarde recorrerán solos, guiados por sus propias elecciones y preferencias.

Necesitamos que en casa haya libros. Para que los que no sepan leer, los puedan mirar y tengan un primer acercamiento genuino. No importa que alguno se encuentre, incluso, un poco roto. El contacto con los libros desde la primera infancia ayudará a que leer no se convierta sólo en algo que se relaciona con la escuela, con algo que se hace porque desde el colegio lo mandan. Así, cuando llegue el momento de aprender a leer, tendrán menos dificultades aquellos niños que hayan tenido contacto alguno con la literatura. La lectura es el  mejor regalo que les podemos dar a nuestros hijos y la mejor estrategia de aprendizaje.

La lectura es el  mejor regalo que les podemos dar a nuestros hijos y la mejor estrategia de aprendizaje

 

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