“Si queremos enseñar a pensar, debemos antes enseñar a inventar”
Cuando un bebé nace trae consigo millones de células en su cerebro. Cada una, enviará y recibirá impulsos eléctricos creando conexiones. Cuando una conexión es muy frecuente permanece y aquella que no es usada lo suficiente, se extingue. Mediante el uso de la imaginación los niños desarrollan su capacidad cerebral a un nivel que no lo lograrían si dejan de utilizarla. Por eso, todo lo que hagamos en sus primeros años los ayudará a desarrollar su cerebro, animándolos a que formen las conexiones que precisan para aprender y que manejarán el resto de su vida.
Lo que el cerebro necesita entonces, es entrada de información: leer historias en voz alta, mirar libros que aumentan su vocabulario de palabras y de imágenes con dibujos grandes y de colores, escuchar sonidos, crear voces especiales, representar diferentes personajes… Jugar a imaginar, a hacer “como si fuera” los ayuda a darle una explicación a lo que descubren a diario y todavía no pueden entender. Se divierten, están relajados y así el aprendizaje es más efectivo. Dejémolos inventar todo lo que se les ocurra, sin criticar sus juegos ni mucho menos intentar dirigirlos. La imaginación es un asunto desordenado, surge del impulso y la necesidad del niño de agrandar su mundo e ir más allá de lo que vive.
Los mejores estímulos son los más simples, los que invitan a crear y a representar situaciones. Todos hemos visto a nuestros pequeños abandonar el “maravilloso” juguete y elegir explorar “la caja”. Donde nosotros vemos una simple caja de cartón, existen posibilidades infinitas para un niño, porque ese simple objeto puede convertirse y transformarse una y otra vez en múltiples cosas.
La imaginación no tiene límites, no necesita pilas y es gratis. Fomentarla, no tiene que ser una tarea complicada pero tampoco se consigue mirando un manual de instrucciones; es importante observar a cada niño, reconocer sus intereses y dejar que haga su aporte creativo. Debemos ser pacientes y respetar tiempos, parte de desarrollarla es aprender a compartirla. Démonos permiso para imaginar, juntos.