La justicia dictó la prisión preventiva para los 12 miembros de la banda encabezada por los hermanos Erwin y Gonzalo Loza considerados como jefes del cartel que operaban con cargamentos de cocaína en España e Italia y cuya propiedad ubicada en la vecina localidad de San Pedro fue allanada el pasado 12 de diciembre.
La medida adoptada por el juez en lo Penal Económico Pablo Yadarola tomó como base una situación insólita para cualquier otro ciudadano: no tenían ingresos formales y habían adquirido un centenar de bienes muebles e inmuebles por más de $32.000 millones.
En base a esa cifra, el magistrado decidió trabar un embargo de $7.400 millones, una cifra inédita para causas por lavado de dinero con base en el narcotráfico.
Los hermanos que tenían arrendada su propiedad sampedrina a un conocido contratista que en la mañana del allanamiento llegó para intentar evacuar el agua del campo que había quedado anegado por las lluvias, sólo habría servido como base para el acondicionamiento de droga que sería derivada luego al exterior.
La presencia de las fuerzas federales los alertó y ante la requisitoria periodística, además del temor lógico por tamaña operación de lavado, sólo dijeron “este campo se vendió hace poco y a Erwin hace mucho que no se lo ve”.
El día en que llegó la Gendarmería a la quinta a la que solían arribar Erwin y Gonzalo, hubo otros 53 procedimientos en distintos puntos del país en los que, entre otros rodados, secuestraron 45 vehículos de alta gama entre los que había dos Ferrari (una de ellas la mítica Ferrari F355 que perteneció a Maradona), dos Pontiac, un Camaro, dos Mercedes Benz y dos BMW. De ellos, sólo el Camaro fue visto varias veces rodando por la 1001, según han contado los vecinos.
Los Loza tenían socios por todas partes, empresas que no tenían giro comercial y hasta operaciones que comprometen a terceros que desconocían las verdaderas actividades del clan. Otro de los detenidos operaba bajo una firma comercial de nombre One Millon, con asiento también en la provincia de Buenos Aires con subsidiarias que se dedicaban a rubros que iban desde la elaboración de mermeladas a los productos cosméticos.
En el expediente se indica que uno de los cargamentos de cocaína llegó a bordo de camionetas 4×4 que venían desde Bélgica para disfrutar de una travesía por la Patagonia. Se cree que esos vehículos fueron guardados en la chacra de San Pedro para camouflar en las cubiertas la droga que sería luego cargada en el barco Amberes que volvió a un puerto belga.
Fuente: Semanario La Opinión (San Pedro)