Entre los puntos más importantes se destaca la responsabilidad de los adultos de la casa al decidir qué comer y cómo. El hecho de que la comida es hecho social y cómo aprender a no comer de más.
“A nadie se le ocurriría dejar que un niño decida cómo se van a pagar las cuentas o a qué colegio ir. Bueno, con la alimentación es igual. Son los adultos los que deciden qué se va a poner en el plato y cómo va a ser la hora de la comida”.
Actualmente, la obesidad, y el sedentarismo son consideradas enfermedades en sí mismas, pero, además, pueden derivar en nuevos males como la diabetes, hipertensión, exceso de colesterol y otros. “La obesidad no se transmite ni se hereda, pero sí está comprobado que arraigan los hábitos de mala alimentación y sedentarismo. Aún desde el útero llegan a producirse alteraciones en la nutrición si es una madre con obesidad. Se calcula que la obesidad puede persistir hasta dos o tres generaciones. Además, hoy no se habla de ‘la obesidad’ sino de las obesidades, porque es multicausal; hay muchísimas condiciones que pueden generar obesidad”.
Qué ponemos en el plato
El comer bien comienza aún antes de tener hambre. Una de las claves es planificar de antemano qué se va a comer. Al hacer las compras también es importante estar atento. no hay que quedarse con lo que se ofrece en las góndolas más cercanas a la puerta, en los supermercados: “Si ustedes se fijan, todos los alimentos procesados, con empaques más llamativos, con mayor cantidad de azúcar y grasa, son los que están más cerca cuando entro al super. En cambio, para encontrar las verduras o los alimentos naturales tengo que recorrer todo el local, están al fondo de todo”.
Otras cosas a tener en cuenta son los slogans engañosos y la publicidad: “Hay muchos alimentos ahora sin los cuales parece que no podemos vivir ¿Realmente, pensamos que la única manera en que nuestros hijos van a consumir zinc o hierro es con una chocolatada? Hay muchísimos alimentos que no necesitan rótulos ni agregados que de por sí contienen hierro, zinc, vitaminas y un montón de nutrientes. Sin embargo, muchas veces la publicidad nos plantea una necesidad que realmente no tenemos”.
Lo más recomendable en el caso de los alimentos que sabemos no deberíamos consumir, es no tenerlos en casa: “no es que nunca voy a consumirlos. Pero sí, es importante marcar la diferencia y que sean de consumo ocasional. Entonces no los tengo en casa. Cuando voy a comer estos alimentos, ahí los compro”.
Una forma de que el niño quiera comer lo que nosotros proponemos, es invitarlo a participar del acto de cocinar… batir, cortar, lavar verduras,jugar a mezclar colores de diferentes alimentos, realizar las preparaciones con formas llamativas o utilizar moldes con formas para niños, seguramente el niño se sienta entusiasmado de formar parte de esa comida , y tendrá más ganas de probar su logro.
“Estoy lleno”
Uno de los hábitos más importantes a la hora de enseñar a un niño a alimentarse tiene que ver con saber cuándo parar: “Nosotros nacemos con la condición que nos permite reconocer la saciedad y por las presiones externas las vamos perdiendo a partir de los 2 o 3 años de vida. Cuando hablamos de presiones hablamos de la insistencia que los adultos ejercen sobre los niños, más allá de sus propias necesidades”.
La primera recomendación y contrario al pensamiento de que un niño debe comer todo lo que tiene en el plato, es respetar las necesidades que cada niño tiene. Además, estimular la capacidad de cada niño, de darse cuenta por sí mismo cuando ya no tiene hambre: “Si nosotros somos respetuosos de las cantidades que el niño necesita comer y favorecemos que ese niño coma acompañado y coma sin distracciones, ese niño va a comer lo que realmente necesita. Los distractores como la televisión, las pantallas, lo que hacen es que yo pierda el registro de mi saciedad”.
“Los grandes somos los que decidimos lo que se pone en el plato, y los que generamos las condiciones para que toda la familia coma adecuadamente. Los seres humanos somos comensales y necesitamos comer en comunidad. Los niños aprenden a comer de lo que ven y valoran la cultura de lo que pasa en la casa. Para los niños, lo más importante es lo que hacen mamá y papá. Si ellos no los ven que comen verdura, difícilmente un niño se anime a comer verduras, aunque la mamá y el papá lo obliguen. Lo más importante es el ejemplo y entender que la hora de la comida es una hora en la que también nos nutrimos de emociones. Tiene que ser un momento grato, un momento de esparcimiento, de compartir experiencias; nunca de peleas, nunca de discusiones ni de obligaciones. Y sobre todo, tiene que haber mucho respeto, en donde cada uno coma de eso que los adultos propusieron como comida lo que cada integrante de la familia va a necesitar comer para sentir saciedad”.
El sedentarismo
Junto con la buena alimentación está la actividad física. Hay que moverse es algo que cada vez resulta más raro y difícil de incorporar a los adultos, y por ende a los niños: “Pretender que los niños se queden quietos es antinatural. Los niños son naturalmente inquietos. Los niños desde que dan el primer paso en adelante sienten que tienen el mundo a sus pies y necesitan investigarlo, tocarlo, saltarlo, en la actualidad, todo está organizado para que los niños se queden quietos. Eso se llama sedentarismo, y está considerado ya por la OMS como una enfermedad”, es esto, una tendencia generalizada de la época actual a una vida sedentaria: “La vida es cada vez más intramuros, más detrás de un escritorio. Todo nos demanda más el uso del cerebro y la vista que del resto del cuerpo. Pero no nos olvidemos que nosotros tenemos un cuerpo que está diseñado para estar en movimiento.
Es importante empezar de a poco a incorporar nuevos hábitos y que deben abarcar a toda la familia, si queremos que los niños los aprendan.